Translate

viernes, 2 de junio de 2017

Siete dias, siete cuentos.

Siete días, siete cuentos…

Me siento como Scheherezade… Por si alguien no lo recuerda, era la protagonista de Las Mil y una noches.
La historia, cuenta que el sultan Shahriar desposaba una virgen cada día y mandaba decapitarla al día siguiente. Todo esto lo hacía por venganza, pues encontró a su primera esposa traicionándolo. Ya había mandado matar a tres mil mujeres, cuando conoció a Scheherezade.
Scheherezade hija del gran visir de Shahriar, se ofrecio en contra de la voluntad de su padre, al rey con el fin de aplacar su ira.
Una vez en las cámaras reales, Scheherezade le pide al sultán dar un último adiós a su amada hermana, Dunyazad, este accede a su petición. Ella le pide un cuento (como secretamente habían planeado). Scheherezade, inicia una narración y les sorprende el alba, con la misma incompleta, pues quedaba encadenada a otra y con la curiosidad de saber como se acababa, el sultán permitía a Scheherezade vivir otro día…
No es tanto que mi apreciado cuello peligrara, quedando a expensas de un sacrificio por la ira de un loco misogino, pero conceptualmente se podía decir, que mi carrera de escritor estaba a punto de terminar de un plumazo, si no conseguía entregar un encargo a mi editor.
Después de meses persiguiéndome para que le entregara la primera parte mi ultima novela, el requisito indispensable, para darme un tiempo hasta que lograra acabarla, era que le entregase siete microrelatos , en un plazo de siete días...
En un mensaje en mi buzón de voz, fue muy explicito: “ Si dentro de una semana no me entregas un manuscrito con siete cuentos cortos, despídete de la edición de tu novela...” Dijo otras cosas, que prefiero obviar, por que eran muy crueles…
El caso es, que la novela a la que hacia mención, no estaba incompleta. Estaba por escribir. Yo estaba padeciendo un bloqueo que me impedía, ligar una trama.
Día tras día, me sentaba frente al ordenador y en mi cerebro flotaban inconexas partes de un tótum revolútum imposible de casar. Total, las musas me habían abandonado.
...Decidí que tenia dos opciones: Una era tomarme un frasco de sonniferos con un copazo de ginebra y salir en las noticias de la noche. Ya sabéis; El famoso escritor de novelas de suspense aparece muerto en su ático….
La otra, era tomarme el copazo y rogar para que los efluvios alcohólicos trajeran a mis dedos algo potable…









No hay comentarios:

Publicar un comentario